Creo que el gran error ha sido el del mecanismo mental (utilizado en ambas orillas) en el que se puede considerar a las víctimas (las que sean y de quien sean) “no como sujetos particulares sino como personas pertenecientes a…” (lo que sea; a conveniencia de cada bando). En el momento en que la persona particular pasa a segundo plano frente a su condición (real o incluso supuesta o atribuida) de miembro de (aparataros represores, colaboradores, propagandistas…o grupo terrorista, grupos de apoyo…) ya se puede hacer casi lo que sea, porque se pierde de vista que ahí hay una persona.
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